Juntas Militares (Dictadura)



"Se puede decir que un estado tiene 'éxito' si mantiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza dentro de sus fronteras. Cuando no se da esta condición (por ejemplo cuando dominan el panorama los señores de la guerra, los grupos paramilitares, o se presentan sistemáticas acciones terroristas), la existencia misma del Estado resulta dudosa, y se considera que es fallido." Max Weber.
Desde tiempos inmemoriales, el mundo ha presentado un ciclo repetitivo de eventos, en los cuales los seres humanos han participado de una forma o de otra. Poniendo como ejemplo a la Antigua Roma; esta comenzó como un reino gobernado por los etruscos, para luego transformarse en una República de patricios. Esta continuó funcionando de la misma forma hasta que las Guerras Cimbrias obligaron a cambiar el modelo de ejército romano gracias a la Reforma Mariana. Esta tuvo la detestable consecuencia de que le entregó el poder militar al mejor postor; lo que a la postre permitió la llegada de Julio Cesar al poder, que con su gobierno y el de su sobrino Octavio Augusto puso fin a la República y dio paso al Imperio Romano. El doble triunvirato que goberno Roma en el primer siglo antes de Cristo (César, Pompeyo y Craso; Octavio, Marco Antonio y Lépido); es el más claro ejemplo en la antigüedad de una junta militar.


Una junta militar es un gobierno conformado por las altas cúpulas militares de las fuerzas armadas, que toman el poder tras un golpe de estado. La junta puede encargarse de las labores ejecutivas de una nación, ya sea a nivel personal o por el conjunto de sus representantes. Su función, o por lo menos la intención de las altas cúpulas militares, es la de conservar el orden del estado dentro de sus fronteras.


A diferencia de los líderes carismáticos, las juntas militares responden a los intereses conservadores de la sociedad, que desean estabilizar la situación del país producto de la inestabilidad política e ideológica que se presenta al interior de sus regímenes. Esto pueden ser tanto de orígenes conservadores (Chile y Argentina en los 70) o de origen socialista (Libia y Somalia entre los 70 y 80). En muchas ocasiones, líderes carismáticos salen de entre las filas de las juntas para gobernar sus respectivos países (Franco en España, Pinochet en Chile y Gadaffi en Libia). En estos casos, la junta daría paso formal a una dictadura totalitaria, que hará lo que sea necesario para conservarse en el poder.


Desde el punto de vista democrático, las fuerzas armadas jamás deben poseer el poder de administrar el aparato político. En el momento en que ocurre esto, se quiebra el orden del estado y es necesario reformarlo para adaptarlo a la nueva realidad que lo conforma. Es por esto que muchos de estos regímenes han dejado grandes conflictos en las sociedades a las que han procurado servir (o de las cuales se sirivieron); profundas heridas en el corazón del estado, heridas que han sido difíciles de sanar aún con el pasar del tiempo.

En la Guerra del Borde Interno, el Dominio For'Arms es una combinación de una junta militar compuesta de  oficiales superiores que comandan su milicia. Organizados en el Xeer, el cuerpo esta compuesto por dominadores, los supremos oficiales, responsables de la toma de decisiones de la sociedad. La fuerza de dicha organización es que permite el despliegue de fuerzas equitativas para el momento de una guerra o conflicto. La desventaja, como se muestra en La Batalla del Nodo 358 y Las 30 Colonias del Nodo 350, es que si no existe cooperación entre los señores de la guerra, el resultado de las operaciones militares puede concluir en el mejor de los casos en desastre, ocasionado muchas veces a propósito por los celos entre los oficiales (como en La Guerra de las Malvinas).

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