Extracto: El Punto 0

Cuando la desesperación es parte de la estrategia militar, cuando el enemigo no tiene más alternativa que la solución obvia, es lógico que esperes lo peor y te dispongas a recibirlo, más si tienes el control del campo de combate. ¿O no lo es? Para ustedes, un extracto de la Batalla del Nodo 358, El Punto Zero.

Aproximadamente veinte mil ciclos habían transcurrido desde que la Operación Rebobinamiento había dado inicio. Tiempo en que la locura se había desatado sin sentido a lo largo y ancho de la Alianza Unida de Planetas. Donde todas las fuerzas del Dominio For’Arms se liberaron e hicieron sentir su poderío a lo largo de su cuadrante de influencia; su objetivo: los inicuos, malcriados y sucios humanos colonos o terrans de su dominio. La razón de la demostración era para expresar su autoridad y poder, para que nadie volviera a irrespetar a la política de su entidad, o en el mejor de los casos, para quitar a las estorbosas alimañas humanas de la existencia del sector 446.
El dominador Igno sabía muy bien lo que significaba la operación. Con casi medio siglo de experiencia de combate, él había ganado su puesto peleando en la frontera con sus antiguos rivales y ahora aliados orelianos. Como líder de la Guardia Pretoriana For’Arms sabía que su misión era una de las más difíciles; para eso le habían dado el control sobre dicha tropa. Era la mejor tropa de su sociedad, los mejores soldados de su mundo, quienes la integraban eran veteranos de combate, con más de mil quinientas horas de combate aeroespacial como mínimo. Motivados, con un sentido de superioridad ganado por el frecuente combate y numerosas victorias a su haber, la guardia era el puesto al que todo oficial aspiraba, para llenar de honor cualquier hoja o carrera militar.
La misión debía ser simple. Después de todo, comenzó bastante bien. Tomando por sorpresa al aquelarre de señores de la guerra humanos dispersos en el nodo, acabar con sus exiguas flotas faltas de unidad fue una labor sumamente sencilla, como tirarle a patos con una gran escopeta. Pero algo no había salido de acuerdo con lo planeado. Arribando tarde a la reunión, el general Lillit Tallerman logró salvarse de la primera acometida con la que la guardia golpeó a los humanos. Luego reunió bajo su estandarte a las unidades de infantería, y organizó la retirada hacia una de las colonias abandonadas sobre el nodo, en la cual establecieron un perímetro y montaron su resistencia final.
Esas no fueron buenas noticias. Mucho menos cuando los malditos humanos activaron los sistemas de defensas propios de la estación, y las complementaron con las naves estelares que les habían sobrevivido. Para su desdicha, tras cuatro ataques continuos, la posición de los humanos permanecía sólida y provocó muchas pérdidas en sus unidades que comenzaban a sentirse. De esta forma, no podía gasearlos, no podía evaporarlos, tendría que usar la artillería pesada de su flota para tratar de nivelar la colonia y que los humanos murieran, tal como debía suceder.
¡Lo peor estaba por venir! Los humanos recibían refuerzos. Una flota irezumi se dirigía a toda velocidad a la posición, con la sana pero desagradable intención de apoyar a sus víctimas.
A pesar de todo, la situación era favorable. Las irezumis venían por hiperespacio hacia su posición, la cual tenía completamente afianzada. Por más precauciones que tuviesen, él tenía las cartas ganadoras, porque sabía que podía acomodar su flota de tal manera que las irezumis se verían obligadas a colocarse donde él deseaba tenerlas si querían salir bien de hiperespacio.
Este dispuso la flota sobre la órbita geo sincrónica de la colonia renegada, según lo establecía el manual de operaciones de su flota. Colocándola en dos líneas paralelas, escogió la posición a estribor, por la banda de proa, encima de la colonia para establecer su ancla. De esta forma, obligaría a la flota entrante a ubicarse a la babor o abajo, y le permitiría usar la parte más fuerte de su artillería en su aproximación contra la parte más débil de los escudos de las irezumis y usaba el masivo tamaño de la colonia para taparle su artillería antiaérea.
Este conocimiento lo había adquirido por años. Debido a su forma física, el promedio de las irezumis es baja de estatura. Desde el momento en que los orelianos le concedieron el derecho a las irezumis de formar su propia flota, ellas comenzaron una relación de amor y odio con el equipo militar construido por los kumpala. De variada calidad, mucho del equipo que ellos vendían no era de la misma calidad que los de consumo interno. Eso le daba una ventaja.
Especialmente, él conocía que los escudos de las naves del modelo Kroesner, los de las definiciones de la A a la C, tendían a ser más débiles al frente que atrás. Este conocimiento era general en toda la Alianza, pero para el momento, viniendo de hiperespacio, la almirante irezumi era quien no tenía opciones, o salía a sobre su banda de babor abajo y adelante, para evitar tropezarse con la colonia, o salía atrás o adelante a varios cientos de klics[1], muy lejos para intervenir de una vez; lo que le permitiría ubicarse en posición antes de entablar batalla.
El cronómetro corría con ansias. Faltaban cuarenta y seis ciclos para que la flota irezumi saliera de hiperespacio, pero su denominación no aparecía, ni su registro, ni su nombre, ni su nomenclatura. Era parte de las reglas de combate no poner el número, pero no le preocupaba. Después de todo, faltando unos segundos para que la flota se desplegara, el reconocedor automático y el secuenciador de serie de naves delatarían el número de la flota.
En realidad, eso no tenía importancia. La Guardia Pretoriana había enfrentado a las irezumis en múltiples ocasiones en el pasado. (Las irezumis eran duras, ya tuviesen experiencia o no). El estándar de la tropa irezumi era homogéneo en todos sus aspectos. Hasta hace relativamente poco tiempo habían comenzado a tener tropas élite; era poca la diferencia entre  estas tropas selectas y la tropa irezumi normal. Su única ventaja tangible era su liderazgo, que generalmente, era ambicioso, innovador y muy profesional en sus actuaciones así como una larga tradición histórica que las respaldaba.
“Veintiséis ciclos para arribo de la Flota Irezumi”.
No había que preocuparse. Eran estúpidos humanos a quienes estaban enfrentando. La reina irezumi no sería tan inconsciente para enviar a una de sus flotas élite a ayudar a estas cucarachas, pero, la duda comenzó a entrarle según pasaba el tiempo, porque en su historia, existían casos documentados en que las irezumis habían hecho salidas en punto 0 .
Él estaba consciente del peligro de una salida en punto 0 (va en contra de cualquier orden o regla de viajes por el espacio que se respete por seguridad). Por reglas de guerra, establecidas en el pasado, toda flota debe presentarse a una distancia de seguridad en su salida. En caso de que la flota que viaja ingresa como destino las coordenadas exactas de la flota enemiga, la aparición de las naves provocaría indeseables colisiones; donde un remolino de metal, fuego y explosiones se combinaría de forma caótica, sin control y sin sentido. Solo un loco, un demente, estaría en la disposición de arriesgarse a entrar en un punto 0.
“Dieciocho ciclos”.
Pero si había dispuesto a la flota en línea, existía espacio para llevar a cabo un punto 0. Con una distancia de diez klics entre cruceros y cinco entre destructores, su flota estaba coordinada para apuntar rápidamente a la izquierda y abajo. Si las irezumis entraban en punto 0, entrarían en medio de la formación con pocas pérdidas. Lo peor del caso es que su ingreso agarraría a su flota totalmente desubicada.
“Doce ciclos”.
No, era ilógico. La almirante irezumi no podía hacer eso; era demasiado peligroso e irresponsable; su seguridad y la de su flota estaban en sus manos. Como comandante, él jamás usaría esa opción, a menos que estuviera desesperado. Lamentablemente, no podría saber cómo pensaba su enemigo hasta que supiera con quien estaba lidiando.
“Seis ciclos”.
“Hijas de Isd… Es la maldita TERCERA FLOTA”.
Su sangre se heló al escuchar la denominación, descrita por el jefe de la consola de comunicaciones. Todos sus miembros de puente, incluyéndolo, sintieron cómo todo se detenía en ese instante. Al levantar la vista, pudo notar cómo la flota irezumi adquiría número y aparecía en las especificaciones en pantalla: era la Tercera Flota, es decir la primera flota completamente irezumi que existía en el sector 446. 
Antes de la independencia de las irezumis, esa era la denominación que los orelianos le dieron a la primera flota independiente que formaron sus esclavas. Aunque la Décima Flota era más conocida por sus actos (en muchas ocasiones rayaban lo imposible), la Tercera Flota representaba a las irezumis como pueblo. Cuando se quiere dar un golpe decisivo, y se requiere que deje una marca es la Tercera la que da ese golpe.
“Tres ciclos”.
No cabía duda, la Guardia Pretoriana no tenía inconvenientes para lidiar con milicias de disciplina relajada. Aunque sería más difícil, una flota profesional irezumi podía ser enfrentada, con altas posibilidades de éxito, pero esa no era cualquier flota irezumi, era la Tercera (con una tradición, espíritu de lucha y un pedigrí tan digno como ellos). La pelea sería dura, como el choque de una lanza contra un escudo, en el cual ambos se romperían.
El nombre del comandante apareció en el marcador e Igno contuvo la respiración. Él no conocía a la almirante Chibi Asada, pero su bisabuelo le había hablado sobre Retsuko Asada, el Martillo de Lors’Ain. La maldita irezumi que de pensamiento poco convencional, había retenido la frontera entre For’Arms y Orelia con las exiguas tropas a su disposición, haciendo sufrir a su pueblo una de las humillaciones militares más grandes de todas las eras. Si esa mujer descendía de Retsuko, como la mayoría de las irezumis que nacen en tubos, su pensamiento sería poco convencional, por lo que…“Van a salir en punto 0”.

El dominador no se percató que gritaba, tampoco de que todos sus oficiales gritaban, de que toda su flota gritaba, porque tal como lo había pensado en voz alta la Tercera Flota Irezumi comenzó a aparecer entre las formaciones forarms. De inmediato se desató un remolino de fuego y metal entre las numerosas naves que comenzaban a chocar y el fuego a quemarropa de sus mejores piezas de artillería, con los que la batalla apenas comenzaba.

[1]1 klic = Distancia que recorre la luz en el vacío durante 1/299,792 de un segundo.

Compartir en Tumblr

2 comentarios:

  1. Hola, Carlos, llegué a través de tweeter.
    La literatura de ciencia ficción no es mi fuerte, pero me ha enganchado mucho cómo escribes. Con tu permiso, te sigo.
    Te dejo un abrazo.
    HD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchisimas gracias. Me alegra qque te guste mi forma de escribir. Eres bienvenido a pasarte por mi relato y muchas gracias por tu comentario. Estamoos en contacto.

      Eliminar